Introducción:
Esta es la tercera parte de mis CONFESIONES y abarca lo relacionado a mi paso por la Universidad Nacional de ingeniería, (UNI), entre los años 1958 (mi primer infeliz intento de ingreso) hasta 1963, cuando me gradué, y algo más.
Tal como abordé mis Confesiones I y II, esta vez también lo haré narrando principalmente los anécdotas que, en ese entonces, me acontecieron; los que me parecen adecuados para ser divulgados, tanto por ser, algunos algo sui generis y otros, de tono crítico constructivo, intentando colocar un grano de arena en la constrcción de un gran edificio para la enseñanza, de calidad superior, en las universidades del Perú, que tanto se necesita.
Comienzo mi relato por el rpincipio, como debe de ser. Vine de Haraz después de terminar “brillantemente” mis Estudios Secundarios, en diciembre de 1957. No tenía una idea cabal sobre qué carrera estudiar. Existía tres opciones: Medicina, La Carrera Militar e Ingeniería. Opté por la tercera porque, pensé, que “no era ético hacer dinero cobrándo a los enfermos” y para ser militar adolecía de una contexture nada favorable para ello.
Mi Fracaso Intetando Ingresar A La UNI:
En los exámenes para el ingreso a la UNI, en marzo de 1959, salí absolutamente decepcionado debido a mi carencia, casi total, de conocimientos de las matemáticas requeridas en las pruebas de los cuatro cursos: Aritmética, Álgebra, Física y Química (cuatro días de exámenes, un día de por medio) cada una constando de 5 problemas.
Al enfrentar cada hoja de exámen supe que no había sido tan “brillante” mis estudios de la Secundaria y que existía un abismo sepulcral entre las matemáticas aprendidas entonces con las que la UNI requería para aceptarme como alumno.
Fue ellí, cuando no podia atar ni desatar en cada examen, que opté la formidable decisión de que tarde o temprano ingresaría a esa Universidad. Tal vez, no el siguienta año, ni quizás el subsigiente, etc. pero no cesaría de intentarlo HASTA INGRESAR.
Preparacíon Hipérble Para Mi Segundo Intento de Ingreso A La UNI.
Luego, inmediatamente, hice mi plan de estudios de preparación para “mi ingreso”. Supe que existía una “Academia de la UNI” de estudios para ingresar directamente si se aprobaba los exámenes, en diciembre, de los seis cursos, los cuatro ya citados más Física y Química, que dictaban profesores de la misma UNI, que funcinaba en el local de ese centro de estudios, desde abril hasta diciembre, en el horario de 6 a 10 pm, de lunes a Viernes.
El costo para estudiar en esa academia era prohibitivo para mí, pero alguien me sugirió que podría asistir a esas clases subrepticiamente, es decir sin pagar, por lo que no tendría el derecho del ingreso directo, pero aprovecharía la enseñnza impartida por profesores con conocimientos altamente calificados.
Hice eso. Fué, tal vez, lo mejor que me sucedió para aprender eficazmente los 6 cursos. Era brillante, esta vez sí, cada clase “de las complicadas matemáticas” recibida tanto teórico como en la resolución de problemas representativos, de cada uno de los 6 cursos.
Al mismo tiempo, en casa, resolví cientos de problemas, de los varios libros “ex-profeso” para ese ingreso, publicados por algunos de los catedráticos de la UNI. Eso, desde las 8 am. hasta las 5 pm. de lunes a viernes y todo el día los sábados y domingos.
Vivía en La Victoria y para concurrir a la Academia tomaba el omnibus hasta la Plaza Unión, de allí, ida y vuelta, los omnibuses de la UNI. No existía línea alguna de omnibuses privados que hiciese el recorrido hasta el local de la UNI.
Coincidíamos frecuentemente varios jóvenes en los omnibuese citados y, luego nos hicimos amigos, éramos cinco en total, tanto así que, luego ya estudiábamos juntos algunos de los días de semana.
Llegó marzo de 1959 y con él los exámenes de admisión a la UNI. El primero fue de Aritmética. Supe, al día siguiente, que obtuve la nota 13.
¿Acaso Un Milagro?
El tercer día correspondía al curso de Álgebra. Para ello tengo que narrarles algo sorprendente: Entre los libros de preparación para el ingreso había uno, de álgebra, titulado “El Libro del Maestro” perteneciente a la “Editorial Bruño” y donde estaban casi todos los problemas del curso, RESUELTOS.
Apenas abordamos el omnibus de la UNI, que nos conducía para rendir el examen respectivo, abrí aleatoriamente una de las páginas del libro citado y leí un problema, bastante complejo, que estaba resuelto. Se me ocurrió decirles, a mis cuatro amigos, que leyesen ese problema porque vendría en el examen que rendiríamos poco después. Lo hojearon y lo leyeron. Minutos más tarde hice todo exactamente igual. Mis amigos leyeron el nuevo problema aunque ya sin mucho interés ni entusiasmo.
El insólito caso es que, cuando abrí la hoja de preguntas ESTABAN ALLI LOS DOS PROBLEMAS que los había leído y aprendido minutos antes. ¡Tenía, pues, resuelto el 40 % del examen!
¡Eres Un Canalla Egoísta!
Fue entonces, que a la salida, me asalta un nuevo problema: Mis 4 amigos me tachan de egoísta, malo y hasta más por no haber compartido con ellos la prueba del examen que acabábamos de rendir. No me creían que todo lo sucedido en el ómnibus de la UNI, minutos antes del examen, había sido no más que una extraña y maravillosa casualidad. Al final (creo) que comprendieron mi postura.
Los exámenes restantes, de Geometría y Trigonometría, los pasé también exitosamente.
Una vez aprobados los 4 exámenes citados, se tenia el derecho de seguir ya dando exámenes orales de Física, Química y Cultura General. Los que los aprobé también.
Primer Gran Día De Mi Vida
Mi ingreso a la UNI fue el primer acto, de otros pocos, EXCELENTES, de mi vida.
Aprobado Pero Triste
Para matricularme debería de pagar un monto de dinero que no estaba a mi alcance, por lo que me atreví acercarme a la Secretaría de la Universidad para decirle al secretario que yo no tenía recursos económicos y que siempre había estudiado con becas y que le rogaba que me concederse también una beca para estudiar en la UNI. El ingeniero secretario me dijo que, si la Universidad concediese becas a todos los que lo solicitaran, ese centro de estudios no tendría la capacidad económica para su funcionamiento.
¡Otro Milagro!
Triste y cabizbajo me estaba retirando, cuando escucho que me pregunta: ¿Cuánto ha sido la suma total de sus notas de ingreso? Cuando le respondí, me dijo: “Ya tiene usted su beca, tráigame sus documentos para certificarlo, usted va a ser un buen ingeniero” (Quien dice la verdad, no miente) aunque dudo, si las últimas palabras del señor secretario, ciertamente se hayan cumplido a cabalidad.
¡Alumno De La UNI!
Estudié en la UNI cinco años (más uno clandestinamente, como ya les conté) sin pagar un solo centavo. En aquella época los estudios en las universidades públicas NO eran gratuitos, y su costo era bastante elevado.
El Primer año de estudios fue difícil, el curso de dibujo era uno de los más complicados; eso, hasta el Segundo año. También el de Geometría Descriptiva y otros …
¿Un Error O, Más Bien, Un Acto Tonto?
Les cuento el siguiente anécdota: Tenía un tío ingeniero, egresado de la antigua Escuela de Ingeniería, primo hermano de mi madre, quien me preguntó, en una de mis visitas los nombres de los catedráticos que me eseñaban. Cuando los nombré, refiréndose a uno de ellos, al que me enseñaba Cálculo Diferncial e Integral, me dijo: “A él le apodamos el ‘Burro’ no sabia que enseñaba en la UNI” No me gustó para nada esa impronta de mi tío, pero no le dije nada.
El caso es que, en el examen final de su curso, en un pliego de dos hojas cuadriculadas de tamaño oficio (estos detalles son necesarios para lo que sigue) en la tercera hoja quedó un espacio algo extenso, pero aun así decidí responder la última pregunta en el reverso de esa página, la última, e hice así.
Cuando me devolvió la hoja calificada mi nota era 50, ¡desaprobatoria! Revisándola me di cuenta de que NO HABÍA CALIFICADO LA ÚLTIMA PREGUNTA, la contestada en la última página.
Me preocupé sobremanera y se me ocurrió, torpemente, acudir done mi tío, el ingeniero cuyo colega que me había desaprobado injustamente, para contarle de mi caso y solicitarle sus buenos oficios para cuando reclamase al catedrático sobre su error citado. Mi tío me dijo que saludara de su parte al ingeniero catedrático y que le diera su tarjeta de visitas, que me estaba entregando.
Así lo hice al momento de hacerle mi reclamo.
Pasaron varios días y hasta más de una semana y el catedrático no me decía nada. Entonces le pregunté sobre mi caso, Su respuesta fue que yo había agregado la respuesta, ya después de que la hoja del examen me había sido devuelta. Casi airadamente le dije que eso era una ofensa para mí, que él estaba dudando de mi honorabilidad, lo que yo no lo podía aceptar.
Su respuesta, final y conclusiva, fue: “Además, usted me entregó la tarjeta …”
Fue la única vez que me desaprobaron curso alguno en los cinco años de estudios universitarios. Rendí el examen de aplazados en marzo siguiente, aprobándolo con una buena nota.
Esto Sí Que Fue Realmente Triste
También les cuento que me enfermé del estómago cuando estaba en el Segundo Año, enfermedad que duró más de 20 años, lo que hizo que no pudiese estudiar como hubiera querido. En el Tercer Año estuve tan enfermo que me pareció que no estaba aprovechando bien lo que nos enseñaban y decidí repetir el año. Pero uno de mis mejores amigos, Manuel Regalado Reyes, me aconsejó de que no lo hiciera y que no veía el motive para mi propósito. Le obedecí y no repetí el año.
La Tan Ponderada Universidad Nacional De ingeniería … ¿Era Realmente Ponderable?
Tengo que decirles que no todo fue bueno en mis estudios en la UNI, desde el punto de vista de académico, más que en la calidad, en la organización correspondiente.
Les Cuento Que:
--- Tuvimos un curso de remaches durante casi todo el Cuarto Año académico. Cuando empecé a prestar mis servicios profesionales para una Empresa precisamente especializada en el ramo de la soldadura, me percaté, bastante sorprendido, que las uniones de metales se hacía soldándolas y el método de remache ya no se usaba por lo menos desde hacía unos 30 a 40 años. En ese lapso la soldadura había experimentado un desarrollo excelente permitiendo soldar perfectamente metales que no eran posible unirlos de otro modo, tales los método conocidos por sus siglas en inglés como: TIG, MiG, Sub Arc, etc.
--- El catedrático del importante Curso de Termodinámica, Decano de la Facultad de Mecánica Y Electricidad, casi nunca asistía a darnos clases. Andaba inmerso en otras tareas “políticas” que no le dejaban tiempo para cumplir con nosotros. Las pocas veces que lo hacía nos daba clases magistrales, muy útiles para nosotros, ingenieros futuros.
--- Nuestro catedrático de Centrales Eléctricas, en le 5to. año, un ingeniero Italiano que prestaba sus servicios profesionales para la Empresa de Energía Eléctrica de Lima, tenía la costumbre de no salir de vacaciones dos o tres años sucesivos para acumularlos e irse a su país de vacaciones por varios meses. Lastimosamente nos tocó el año de sus vacaciones prolongadas y se fue a su país, Italia, desde agosto hasta fines de noviembre. Antes de viajar nos recomendó que leyésemos el libro sobre Centrales Eléctricas que había escrito su padre (sólo tecnológico pero no para ingeniería) y el de Buchols, uno alemán de antes de la IIGM (mal) traducido el español, absolutamente complicado y difícil de entenderlo.
La Facultad NO nos puso otro catedrático reemplazante, y nadie se preocupó de ese curso indispensable para los ingenieros electricistas.
A su regreso y ya en los exámenes orales - siempre los finales eran orales en todos los cursos y todos los años de estudios – comenzó preguntando, a cada alumno, sobre todo lo que NO nos habían enseñado. Nadie, obviamente, respondía nada y los que los hacían no acertaban una.
Lo anecdótico de todo esto es que el catedrático se comportaba aún de modo ciertamente burlón cuando no respondían lo que preguntaba. En una de esas situaciones, uno de mis compañeros de clase tampoco respondió nada. Fue entonces que el italiano le dice: “Usted dirá pues: ‘Todo se ha perdido menos el honor’ y sonriendo y dirigiéndose a todo el alumnado agrega: “Haber, ¿alguien sabe quién dijo eso?”
Nadie le respondía hasta que me paré y contesté: “¡Francisco Primero!”
Dijo: “Muy bien alumno … y repreguntó: “¿En qué circunstancia?”
Respondí: “En sus guerras contra Carlos Quinto”
El examinador, algo sorprendido, expresó: “Bien, muy bien … dígame su nombre, ya tiene nota aprobatoria, ONCE. Si desea puede dar su examen cuando le toque el turno, para subir su nota”
Cuando llegó mi turno me llamó, yo le dije: “Ingeniero, me quedo con mi once” Era lo correcto, sino muy probablemente hubiera hecho un papelón, porque de Centrales Eléctricas no sabia nada, pero parece que sí, algo de historia.
Cuando ya estaba trabajando, compré varios libros sobre Centrales Eléctricas, los estudié para subsanar la carencia del conocimiento que adolecía.
--- En el curso de METALÚRGIA, dictado por el contralmirante de la Marina de Guerra del Perú, apellidado Pooley, quien ni siquiera conocía el nombre en español de la primera colada de los minerales de hierro, a la que Pooley le daba el nombre de HIERRO DE CHANCHO, una traducción literal del inglés, PIG IRON, que en español se llama ARRABIO (y en portugués FERRO GUSA), que es producido por los, así llamados, Altos Hornos y es la materia prima para la producción de los diversos tipos de aceros, incluido los inoxidables, etc.
--- En el curso de Cálculo IV, en el 5to, año, nuestro catedrático, europeo, que trabajaba para La Empresa de Electricidad de Lima, nos enseñó, casi todo el año académico, un único tema llamado MATRICES, en todas sus formas, variaciones, operaciones, singularidades, etc. Sabíamos, desde años anteriores que, los matrices servían para resolver ecuaciones de grado superior a dos, es decir cuando la incógnita tenía exponente 3 o mayor. Tanta fue la abrumadora teoría sobre los matrices, que esperábamos que, en algún momento, nos dijese, enseñase, los usos o aplicaciones para los que los benditos matrices servían … Nunca llegó ese momento tan esperado por nosotros.
Hoy, sé que es un método que se usa en matemáticas superiores complejas e incluso en otro método, de solución de problemas aún más complicadas, llamado TENSORES, cuyos términos son precisamente matrices.
¡Claro Que La UNI Tenía Sus Excelentes Aristas Positivas También!
En contrapartida tuvimos también catedráticos de polendas, tales como el de Electricidad III: el catedrático apellidado Wunemburger, el de Cálculo II: el catedrático, excelente teórico, apellidado Willstater, el de Mecánica de Materiales: el entonces Coronel E. P. Marco Fernández Baca, el de Máquinas Eléctricas: Ing. Giulio Donizetti, el de Electricidad II: Ing. Darío Biela, el de Geometría Vectorial: Ingeniero apellidado Shoji, el de Medidas Eléctricas: Ingeniero Israel Scholowsky y pocos más, que mi longeva memoria olvida.
Resumiendo:
Mi paso por la UNI, Universidad tan ponderada, no fue totalmente satisfactoria para mis expectativas. La parte concerniente a las matemáticas fue buena, hasta muy buena, pero la relacionada a la profesión de Ingeniero Electricista, o simplemente de Ingeniero, dejó muchas brechas, las que tuve que tartar de cerrar a medida que arreciaban carencias de conocimientos adecuados para el buen desempeño de mis labores profesionales, mediante continuos y constantes estudios y aprendizajes diversos.
Para hacer mi tesis de y obtener el título de Ingeniero Electricista, conté con el soporte profesional de dos de mis más caros colegas: El ingeniero Manuel Carranza Arévalo y el ingeniero Amilcar Bedoya, sin cuyo apoyo, me hubiera sido bastante difícil lograr tal título. La razón para ello fue que mis labores profesionales estuvieron casi completamente centrados en los aspectos generales de la ingeniería, y no en el área exclusiva de electricidad, por lo que estuve bastante alejado de mi verdadera Carrera Profesional, desde el segundo año de mi trabajo, después de apartarme de la gran empresa de electricidad: Brown Boveri Company, empresa en la que ansiábamos trabajar casi la totalidad de los colegas estudiantes de electricidad de 5to. año en la UNI. (El número de alumnos de nuestra promoción del año 1963, fue de 157. De los cuales unos 100 eran Mecánicos y el resto, 57, Electricistas. Estudiamos juntos hasta el 4to. año y nos separemos en mecánicos y electricistas en el 5to. año)
¡Otra Gran E Inusitada Sorpresa!
Para ingresar a Brown Boveri Company, tuve la suerte de ser invitado por nuestro catedrático de Maquinas Eléctricas, Ingeniero Giulio Donizetti, quien era el Gerente General de esa Empresa quien, inmediatamente después de tomarme los exámrens orales, me ofreció el trabajo tan anhelado por la gran mayoría de nosotros.
Ansias De Libertad y Otro Destino
Tuve que renunciar a BBC por razones personales, pues yo siempre había creído y querido ser libre, visitar obras, estar en contacto con las personas involucradas en esos trabajos, etc. Eso no era precisamente lo que hacía en BBC, sino un trabajo que se volvió rutinario: cálculo y diseño de transformadores de potencia, permaneciendo siempre en la misma oficina, tal como cualquier otro empleado en esas circunstancias.
Una Gran Empresa Internacional Sueca, Copó Más De 30 Años De Mi Vida
Después de más de dos años apareció una vacante en la empresa multinacional sueca, cuyas siglas eran AGA AB. Una empresa de ingeniería inicialmente, pero que fue inclinándose más y más al negocio de Gases Industriales, empresa para la que laboré por más de 30 años, en diversos países y posiciones.
Otra Grata Sorpresa, Inesperada, Me Había Estado Aguardando.
Como colofón les cuento que, sólo para satisfacer mi curiosidad, la vez que anduve tramitando mi tesis, le pregunté al secretario de la UNI por el puesto que había ocupado entre los 57 electricistas de la Facultad de Mecánica y Electricidad, de la promoción de 1963. El secretario me dijo que volviese después de tres días. Hice eso y, cuando leí el documento que me entregó, mi sorpresa fue hipérbole y muy grata por cierto. Esa hoja de papel la comservo con caro celo y emoción.
NOTA: En la próxima entrega de los artículos de este blog, en setiembre /23, seguiré con CONFESIONES SINCERAS PERSONALES IV, en el que abordaré los avatares, y más, correspondientes a mi etapa laboral, desde 1964 hasta 2010, unos 46 años, plenos de sorpresas, problemas, retos, éxitos … y de gratos momentos ya en tiempos de afluencia.
Caros amigos cibernautas:
Si acaso he sido por demás expresivo narrándoles detalles de mi paso por mi Alma Mater, la UNI, les pido con toda humildad su comprensión. A mis colegas de promoción, ya ochentaañeros como yo, pero aun con los pies en la Tierra, les solicito mis disculpas por, tal vez, no estar de acuerdo con algunas, o todas, mis críticas expuestas aquí y ahora. Termino aclarando que todo lo dicho no pasa de ser una opinión personal mía, nada más que eso.
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