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ENSAYO: OBSERVACIONES SOBRE ALGUNAS NOVELAS ESCRITAS EN LATINO AMÉRICA EN EL SIGLO XX

Foto del escritor: Gilberto Reyes MorenoGilberto Reyes Moreno

Artículo No. 3


Después de sopesarlo detenidamente, haber retrasado bastante su publicación, consultado con conocedores sobre mi pretendida aventura y, finalmente, decidido a lanzar a la nube mis demonios al respecto, sale hoy a la luz lo que sigue:


En principio, y para que abone a mi favor, les cuento que, tuve la suerte de leer los 14 tomos de “Las Tradiciones Peruanas” del ilustre peruano Don Ricardo Palma, en las vacaciones del primero y segundo años de me educación secundaria, cuando estudiaba en el emblemático Sesquicentenario (entonces, ahora casi bicentenario) Colegio Nacional de Varones “La Libertad” de Huaraz (desde 1953 hasta 1957), fundado en 1828 por el Mariscal Don José de La Mar - (doce años antes que el colegio “Nuestra Señora de Guadalupe” - lectura gracias a que un recordado tío mío, profesor Héctor Moreno García, poseía esa colección de libros.


Ese hecho casual fue el inicio de mi placer de leer libros, de contenidos y argumentos de los más variopintos, costumbre sublime que me ha deparado grandes satisfacciones en diversas áreas de mi larga vida (casi ya 84 años). Fue tan basto lo que Don Ricardo me enseñó, tales como el uso correcto de nuestro idioma, aumento considerable de mi vocabulario, adecuada puntuación y, sobre todo el exquisito modo de contar nuestra historia desde una arista diferente a la de los historiadores convencionales y, todavía aún, salpicada de un elegante y fino humor literario, nunca imitado exitosamente en ninguno de los diversos y varios otros libros que he leído.


El contenido de Las Tradiciones Peruanas abarca desde la Época Incaica hasta la Republicana de los días de Don Ricardo.


Creo, con toda veracidad, que Las Tradiciones Peruanas deberían de ser lectura obligatoria en las escuelas primarias y colegios secundarios de nuestro país; obviamente no de todas ellas, por lo numeroso y extenso que son, sino las más bellas y útiles para forjar un mejor futuro de los niños y jóvenes peruanos.


El preámbulo descrito, y el hecho fortuito también de haber tenido como profesor de literatura comparada a un ilustre personaje llamado Almanzor Bocanegra, en el quinto año de secundaria, me impulsaron hacia la lectura tanto de autores peruanos, latinoamericanos y españoles de diversas épocas, así como también de importantes libros escritos en otros idiomas y traducidos al nuestro, primero, y luego que aprendí el idioma inglés - hecho que me abrió un abanico insospechado de posibilidades para el enriquecimiento no sólo de mi mundo literario sino, y más que todo, para mi desempeño en el campo profesional así como en el social.


Ahora entro de lleno al propósito de este escrito que es analizar, con un sesgo crítico, principalmente un par de libros “famosos” latinoamericanos, aunque mi audacia sin límites me lance hacia algo más allá.


“Rayuela” del argentino Julio Cortázar y “Conversación en la Catedral” de Mario Vargas Llosa son los dos libros básicos que me motivan comentarlos


Tanto “Rayuela” como “Conversación en la Catedral” fueron y siguen siendo libros bastante publicitados. Por lo que me puse a leer el primero, de eso ya hace bastante tiempo y, a medida que avanzaba en su lectura me gustaba cada vez menos y después de leer, algo como un tercio del total de sus páginas, paré su lectura. Pero, varios años después leí una crítica que aseguraba que en la literatura latinoamericana existía un antes y un después de “Rayuela” noticia que coincidió con su lujosa publicación conmemorativa de más de medio siglo de su aparición.


Ese hecho me condujo al deseo de intentar leerlo nuevamente, pues personalidades tan doctas como Gabriel García Márquez, Adolfo Bioy Cárdenas, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Sergio Ramírez escribían sobre “Rayuela” a modo de prólogos de esa lujosa edición.


Entonces me dije, y me sigo considerando que yo, un vulgar lector sin mayor, o ningún, pergamino que avale ni sustente mi opinión, no tenía autoridad alguna para contradecir a esas luminarias de la literatura latinoamericana. Y me puse a leerlo nuevamente y nuevamente me pareció extraño, por decir lo menos, que el autor, por ejemplo, sugiriese que ciertos capítulos del libro no eran tan necesarios leerlos y que se podría obviarlos sin mayor perjuicio para su objetivo: Ser una lectura interesante o amena o importante o didáctico o …


También me extrañó sobremanera la desordenada y peregrina mezcla de situaciones, fechas, lugares, temas, etc. que más que coadyubar a la buena calidad literaria del libro desdecían de tal objetivo.


Otro asunto raro es que en uno de los capítulos el autor sugiere que se lea salteando reglones, leerse primero sólo las líneas impares hasta finalizar el capítulo y luego recomenzar su lectura leyendo sólo las líneas pares, de es de modo tan supino se lograba entender el mensaje de ese capítulo.


Todo ello me parece que son “los principales atributos” de “Rayuela”


Según mi modesto entender eso no es literatura sino un malabarismo y rompecabezas que hace a tal libro, tal vez, original y nada más. Aunque tuve la valentía de terminar de leer todo el libro, creo que pude haber utilizado mejor mi tiempo leyendo otro de los muchos buenos libros que existen.


Ahora paso a comentar “Conversación en la Catedral”


Don Mario fue preguntado por un periodista, en cierta ocasión, cual era, según su opinión, su mejor libro: Su respuesta fue que “C, en la C”, le tomó mucho más tiempo que lo usual para escribirla porque, dijo, que tuvo que corregirlo, añadirle, suprimirle, modificarlo, etc. y él y no llegó a responder debidamente a la pregunta.


Igual que en el caso de “Rayuela” yo había suspendido su lectura después de recorrer poco más de un tercio de sus páginas. Hacía gala de entreverar las situaciones, igual los tiempos, los temas, etc. Era un modo de imitar, me pareció, a Cortázar en su “Rayuela”. Obviamente tal tipo de escritura requiere de mucho esfuerzo y cuidado para que el lector no se entrampe y deje de comprender el hilo del argumento del libro si es que el autor no se cuida meticulosamente de escoger casi cada palabra que escribe.


Tal como en el caso del libro de Cortázar, esa vez leí todo el libro, pero no le encontré mayor gracia.


Claro que me he divertido, y mucho, leyendo otros varios libros de nuestro laureado escritor peruano, quien más que literato me parece un excelente narrador de cuentos ya que sus relatos, aunque muy sugestivos que, casi como te encadenaran hasta leer la última página, carecen de la elegancia en el uso del idioma, condición que creo que es sui géneris e indispensable para valorar la calidad de una obra literaria.


Comparado con otros literatos premiados con el Nobel de literatura, algunos cuyos libros he leído, Don Mario no me parece especialmente uno idóneo para tal distinción.


Tengo que enfatizar, una vez más, el hecho de que no soy nada calificado para juzgar obra literaria alguna, y sólo mi audacia puede ser capaz de verter lo que acabo de escribir. Mas, creo que soy susceptible de diferenciar lo bueno de lo no bueno o, por lo menos, lo normal de lo extraño y tanto “Rayuela” como “Conversación en la Catedral” son libros sumamente extraños por el oscurantismo vertido en sus páginas.


Por otro lado, permítaseme usar esta oportunidad para comentar otro libro de nuestro laureado Premio Nobel, Don Mario Vargas Llosa: “La Guerra Del Fin Del Mundo” y para cuyo efecto me es menester narrarles primero lo que sigue a modo e ilustración, primero, y luego para abordar el verdadero objetivo de mi presente empeño.


Leí el libro “Los Sertãos”, de Euclides de Cunha, a mediados de la segunda mitad del Siglo Pasado ("SERTÃO” ES LA DENOMINACIÓN DADA A LAS REGIONES ARIDAS Y SEMIDESÉRTICAS DEL BRASIL) Mi lectura fue de su versión original (en portugués). Se trata de una obra cumbre, extraña en su contenido, entre otras cosas, por la diferencia que existía en ese entonces, entre el Brasil archiconocido (Río de Janeiro y Sao Paulo, principalmente) y el INTERIOR, como se refería también a los Sertãos, donde vivían los canudos (Habitantes del sertón o caatinga, en los Estados del Noreste del Brasil, principalmente en la entonces provincia de Bahía) y cangaçeiros (Salteadores, criminales errantes del Noreste brasileño; bandidos, bandoleros, perseguidos y en continua lucha contra tropas policiales u otros bandos)

“Los Sertãos” trata sobre La Guerra de los Canudos, una lucha desigual, por un lado los canudos - “chefiados" por el místico Antonio Conselheiro y al ritmo de la canción, harto conocida “Mulher Rendeira” de melodía muy "pegajosa" – cuya mayoría no sabía, a ciencia cierta, la causa por la que seguían casi religiosamente (léase con absoluta fidelidad) al Conselheiro Antonio en su contienda contra el grupo de poder, armados tan sólo con piedras, palos y similares objetos y, por otro lado, el ejército brasileño, premunido con armas de fuego y otros pertrechos que aventajaban, con creces, a los utilizados por los canudos.


Sin embargo, los canudos derrotaron hasta a tres expediciones consecutivas, con números de soldados y armamento cada vez mayores y mejores respectivamente, hasta que, finalmente, la cuarta vez, varias Divisiones del Ejército brasileño, armados hasta los dientes, consiguieron derrotarlos.


(La importancia del libro “Los Sertãos” estriba en el descubrimiento, para el brasileño de a pie de esa época (1896-1897), de la existencia de otro Brasil completamente diferente al país que se vendía entonces: Tal libro expone un mundo pleno de pobreza, abandonado, un hábitat árido por continuas sequias, poblado por personas carentes de todo tipo de asistencia, por parte de la entonces casi naciente República Federal del Brasil, aunque místicamente religiosas, sin comprender cabalmente el por qué)


El libro "La Guerra Del Fin Del Mundo", de Mario Vargas Llosa, es casi un plagio de “Los Sertãos”, escrito por Euclides de Cunha, (como él mismo confiesa hidalgamente cuando dice: Si no fuese por “Los Sertãos”, este libro no existiría). De igual modo, cuando moraba en el Brasil en los años ‘70 del Siglo Pasado, leí, en el importante periódico A Folha Do Sao Paulo, un artículo donde un periodista afirmaba que “La Guerra Del Fin Del Mundo” no era sino un plagio de “Los Sertãos”. A mi modesto entender la diferencia principal y, tal vez única, que existe entre ambas obras literarias es que Don Mario usa el artificio de que cada uno de los capítulos de que consta "L. G. D. F. D. M" es narrado por uno de los diversos protagonistas de su libro, quedando el último para que lo cuente el principal, Antonio Conselheiro.


Finalmente confieso que el libro de MVLl que más me ha gustado ha sido “LA CASA VERDE”, una de sus primeras producciones y cuyo enfoque, del basto tema que abarca, se parece bastante al estilo de Don Gabriel García Márquez, en su monumental obra “CIEN AÑOS DE SOLEDAD”, novela que según los conocedores, tuvo el gran e inusitado mérito de que se REINICIE la lectura de ellas en el mundo hispano principalmente, bastante minorada desde ya hacía mucho tiempo, libro considerado, además, como siendo “EL QUIJOTE DE LA MANCHA” de la literatura latinoamericana, gracias a su grandilocuencia e insólito bello estilo.


Para completar este mi aventurado empeño, me permito instar a mis caros lectores para que lean; porque el leer es un hábito muy útil, placentero, instructivo y muchas veces ameno que, permite que mentes selectas del pasado, y también actuales, compartan con los lectores de sus libros la belleza de sus creaciones literarias narrando historias de contenidos de los más variopintos. Pero, téngan cuidado de seleccionar bien lo que van a leer, para no mal gastar su valioso tiempo, siempre tan escaso, porque cada año aparecen decenas de miles de libros o más y sólo perduran unos pocos, los que son trascendentes y universales, es decir para todos los tiempos y latitudes, tal como sucede también con muchas otras cosas, incluyendo las del arte.



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