Dentro del largo recorrido de la humanidad, desde su aparición, como Homo Sapiens, en la Tierra y concentrándonos en los últimos diez mil años, en los que la historia “se cuenta”, según los entendidos en la materia, han existido personas talentosas y geniales además “del relleno neutro” del que me considero miembro nato.
Antes de continuar, permítaseme hacer la siguiente variación, a guisa de complementación:
(Siempre tuve la curiosidad de saber cuántos hombres habrían existido antes que nosotros en el planeta Tierra. De modo casual me enteré de que era aproximadamente igual al número de habitantes que tiene actualmente, un dato que obtuve en algún escrito cuya identidad no la recuerdo. Como en el presente es del orden de unos siete mil quinientos millones, el gran total de personas que han pisado la Tierra sería de aproximadamente quince mil millones. Dato, sin ninguna posibilidad de ser corroborado)
(Acerca de este tema les cuento que en uno de los museos de la ciudad de Estocolmo, en el año 1975, observé una representación tridimensional de como los habitantes de la Tierra iban aumentando, desde sus orígenes hasta ahora, con el transcurso del tiempo: Era tal representación tridimensional, una especie de cordón, de una longitud total de unos tres metros, bastante delgado al inicio, que poco a poco se iba engrosando, con siglos primero y años después marcados en cada cierto espacio y con escritos que informaban acontecimientos que deberían de haber influido, tanto para adelgazar como para engrosar tal cordón, debido a epidemias o a logros humanos respectivamente, con el paso del tiempo. Cuando llega a los siglos XVIII y XIX la representación comienza a engrosarse sostenidamente cada vez más y en el siglo XX el ensanchamiento es casi exponencial. Allí, y entonces, pude tener una primera idea de la magnitud expresada en el párrafo anterior).
Sigamos con nuestro tema:
El hecho es que las personas geniales hayan sido, y son, una exigua minoría. Los talentosos son muchos más.
La diferencia entre los unos y los otros muchas veces es casi imperceptible pero los dotados de genio son inmensamente más importantes porque son los que hacen que el mundo gire en pos del progreso material total, aunque, dicen, que la naturaleza comportamental, promedio, del ser humano es la misma desde cuando era cavernícola y que no existe indicio alguno de que sea “una mejor persona” tampoco en el futuro. Esta predicción de los futurólogos es verdaderamente lastimosa.
Con el objeto de simplificar el tema y evitar explicaciones ociosas, nombro a algunos genios que nos son familiares: Alejandro Magno, Cesar Augusto, Cristo, Confucio, Mahoma, Buda, Miguel Ángel, Galileo, Goethe, Shakespeare, Cervantes, Alva Edison, Mahatma Gandhi, Martin Luther King Jr. Einstein, por citar a algunos de los más conocidos.
Pero no se necesita ser todavía de la talla de los listados, pues la genialidad se manifiesta incluso en personas inopinadas.
Vayamos a la razón de ser del presente artículo, el caso del compositor musical argentino Atahualpa Yupanqui, quien compuso dos canciones folklóricas titulada una Sapo Cancionero y la otra Los Ejes de mi
Carreta, en el Siglo pasado. Es evidente que no podrían existir temas más prosaicos como los citados que sirvan de inspiración para componer canciones que tengan alguna relevancia.
Pero analicemos primero la letra de Sapo Cancionero: Narra la suerte de un sapo que noche tras noche le canta a la Luna, de quien está enamorado, y que ello es locura de todo poeta, aunque el canto del sapo “no deja de ser sino una monótona letanía”. Ahora viene la parte genial: “Sapo cancionero, canta tu canción, que la vida es triste si no la vivimos con una ilusión” estrofa que la convierte en universal y trascendente. (La letra completa: Sapo de la noche…/ sapo cancionero/que vives soñando/junto a tu laguna./ Tenor de las noches/ grotesco trovero/que estás embrujado/ de amor por la luna/yo sé de tu vida sin gloria ninguna/y sé la tragedia de tu alma inquieta./Esa tu locura de amor a la luna/es locura eterna de todo poeta./Sapo cancionero/ canta tu canción/que la vida es triste/ si no la vivimos con una ilusión./ Tú te sabes feo/ feo y contrahecho/ por eso de día tu fealdad ocultas/y de noche cantas tus melancolías/y suena tu canto como letanía./Repican tus voces, en franca porfía/tus coplas son vanas/ como son tan bellas./¿No sabes acaso que la luna es fría?/ porque dio su sangre para las estrellas./Sapo cancionero/ canta tu canción/que la vida es triste/ si no la vivimos con una ilusión.
La otra de Yupanqui, Los Ejes de mi Carreta, dice: “Porque no engraso los ejes/me llaman abandona’o/ si a mí me gusta que suenen/pa’qué los quiero engrasa’os./No necesito silencio/yo no tengo en qué pensar/tenía pero hace tiempo/ ahora ya no tengo más./Los ejes de mi carreta/nunca los voy a engrasar. Es que al autor no le importa que tales ejes suenen porque no están engrasados pues, dice: “No necesito silencio, porque no tengo en qué pensar; tenía, pero hace tiempo, ahora ya no tengo más” otra manera de convertir su canción en trascendente y universal.
Tal vez lo de Atahualpa Yupanqui no sea tanto una genialidad, pero ser capaz de convertir basura en oro lo es, ¿No?
Para concluir afirmo que estas dos canciones las han interpretado, y siguen haciéndola, cantantes famosos de la talla, por ejemplo, de Lucho Gatica y muchos otros más.
Del diccionario:
TRASCENDENTE: De gran importancia o valor por las consecuencias que tiene.
UNIVERSAL: Que se refiere a todo el mundo, a todos los tiempos o a todas las personas.
Febrero, 2021
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