De Victor Hugo
(Resumen realizado por Gilberto Reyes Moreno)
INTRODUCCIÓN
En la entrega anterior, la octava del blog, aparece el artículo titulado EL GRAN VICTOR HUGO. Como su complemento natural narro ahora un resumen de su obra cumbre LOS MISERABLES.
La novela se desarrolla en la Francia de la primera mitad del Siglo XIX cuando aún no se consolidaban totalmente los postulados de la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas azotaban a toda Europa.
El texto está lleno de datos históricos, incluyendo una descripción bastante detallada de la batalla de Waterloo, temas costumbristas, la alternancia de revueltas a favor o en contra de la monarquía, así como de la naciente república, siempre expuestas con un fino lenguaje que, a veces, parece hasta poético.
El resumen es como sigue:
El protagonista, Jean Valjean, sale de la cárcel, donde había sido recluido por haber robado algunos panes para mitigar el hambre de sus pequeños sobrinos, cautiverio que se prolongó hasta 19 años debido a sus varios intentos infructuosos de fuga.
Valjean vagaba desamparado, su único documento, que es la de expresidiario, le condenaba al rechazo de la sociedad por lo que ningún posadero lo acepta hasta que, por consejo de un tercero, toca la puerta del Monseñor Charles Bienvenu Myriel, quien le da hospedaje en su casa.
A pesar del buen corazón de Myriel, le hurta una media docena de cubiertos de plata, mientras el monseñor dormía. Valjean abandona el aposento llevándose consigo lo robado. Para su desgracia Valjean es apresado por la policía cuando huía. La policía lo lleva ante la presencia del noble monseñor Myriel y éste declara la mentira de que los cubiertos se los había obsequiado. Y, además le dice a Valjean que se había olvidado de llevarse un par de candelabros de plata que también se los había obsequiado, entregándoselos.
Valjean quedó muy impactado emocionalmente por esta acción tan noble. Myriel le aconseja al fugitivo que se regenere y que siga el camino del bien.
El incorregible Valjean, al día siguiente, le roba una moneda, de cierto valor, a Gervasillo, niño saltimbanqui. Pero Jean Valjean empieza a tomar conciencia de la necesidad de su regeneración.
Valjean se cambia de nombre por el de señor Magdalena, se establece en el pueblo llamado M…a orillas del M… y tras inventar un sucedáneo del azabache se enriquece, logra tener una gran fortuna que le sirve tanto para ayudar a los más necesitados como para tener su propia reserva. Admirado y querido, no solo por el pueblo, sino que su fama trasciende por toda Francia e inclusive algunos países vecinos, es obligado a aceptar el cargo de alcalde, pero su constante perseguidor, inspector de policía Javert, es destacado al pueblo M…a orillas del M…, el inspector de policía trata de recordar, con sumo esfuerzo, donde había visto antes al respetado señor Magdalena.
Fátina es una dulce parisina que muy joven es engañada por su enamorado y de quien concibe una hija: Cosette. La humilde y sacrificada madre soltera deja a su querida hija, para conseguir trabajo en M,,, a orillas de M…, al cuidado de los posaderos esposos Thenardier .
El alcalde Magdalena se ve enfrentado con Javert, quien estaba a punto de enviar a la cárcel a Fátina, (Quien previamente había vendido su hermoso cabello y hasta su par de dientes delanteros) por conducta licenciosa adoptada por ella para poder seguir enviando sumas de dinero cada vez mayores a los inescrupulosos Thenardier, quienes le solicitan esos dineros mintiendo que incurrían en altos costos por la manutención de Cosette, a la que la someten a duros trabajos serviles de hogar. El alcalde Magdalena, haciendo uso de su autoridad, logra que el recto justiciero inspector Javert desista, contra su voluntad, que Fátina vaya a la cárcel y desde ese momento el Sr, Magdalena se convierte en protector de la infortunada mujer y promete hacerlo también de su hija.
Algún tiempo después confunden con Valjean, a un modesto, estulto e infeliz campesino, que había robado una rama de manzano con sus frutos a quien iban a juzgar muy pronto. Valjean, luego de una terrible lucha con su conciencia, decide confesar la verdad ante las incrédulas autoridades, quienes, poco después, deciden detenerlo. (La exposición ante ei juez, hecha por Valjean en defensa de injustamente acusado y la narración de su versión, es una de las piezas oratorias más nobles y sublimes que adornan tal libro)
Jean Valjean se propone localizar a la niña Cosette antes de ser detenido, pero encuentra a Fátina enferma y agonizante en un hospital, le promete cuidar a Cosette y ella muere. Rescata a la huerfanita Cosette de la casa de los malvados esposos Thenardier y se van a París
Luego de una serie de acciones en los que se entremezclan la permanente huida de Jean Valjean y su persecución por el implacable Javert, hacen que Valjean se refugie en un Convento donde luego Cosette se educa. Jean Valjean trabajó como jardinero en el Convento durante 5 largos años.
Valjean se muda de residencia y surge el amor de Mario de Pontmercy por Cosette, lo que hace que Valjean tema perderla, su única razón de vida, aunque Valjean nunca le confiesa esa su angustia a Cosette.
Repito: Son los agitados años de la Francia sumida en revoluciones republicanas y restauradoras de la monarquía, además de las guerras napoleónicas.
En la Revolución Republicana del año 1 832, se encuentran en la barricada de los revoltosos, Mario, Javert (como espía) y Valjean, quien se había enterado del peligro que Mario corría allí. Javert es descubierto y debe de debe morir, Valjean se ofrece a fusilarlo, lo conduce fuera del lugar de la barricada y en vez de matarlo lo deja huir, clemencia que el orgulloso justiciero Javert acepta a regañadientes.
Mario es herido y Valjean decide salvarlo llevándolo cargado, desmayado, por las intrincadas, oscuras, malolientes y tenebrosas alcantarillas de París, durante horas y horas. Encuentra una salida, pero estaba enrejada y con candado y, por casualidad, Thenandier se encontraba allí y tenía la llave, quien no le reconoce y a cambio de cierta suma de dinero le abre la reja, Thenandier estaba seguro de que el objetivo del que cargaba al “muerto” era deshacerse de él arrojándolo al rio Sena. Valjean, al salir, inmediatamente cae en manos de Javert quien se encontraba cerca esperando la salida de Thenandier a quien perseguía por haber éste hecho otra fechoría. Valjean le promete a Javert entregarse, pero le pide que previamente le permita llevar al joven Mario a la casa de su abuelo, un octogenario monarquista que añoraba el retorno de su nieto después de su antigua disputa política con su revolucionario nieto. Javert accede y, al llegar a la casa, le dice que le espera para conducirlo a prisión, Valjean entra a la residencia del abuelo para depositar el cuerpo, aún con vida, de Mario.
Valjean, al salir, ve que Javert había desaparecido.
Se ve a Javert luchando consigo mismo camino al río Sena. No admitía su debilidad de no haber arrestado a Valjean, él, cuya conducta siempre había estado al lado del deber, había fallado. Es tal su remordimiento por el deber no cumplido que su epílogo es suicidarse arrojándose a uno de los peligrosos remolinos que hay en el río Sena.
Mario es consciente que alguien le trasladó, inconsciente, desde la barricada hasta la casa de su abuelo salvándole la vida; había estado seguro de que iba a morir en la barricada y escribió en un pequeño papel la dirección de su abuelo para que trasladasen su cadáver a esa dirección, papel que Valjean encontró en uno de los bolsillos de Mario al momento de su travesía por el alcantarillado. Mario anhelaba vehementemente encontrar a aquel hombre que arriesgó la suya para salvarle la vida.
Después de una larga convalecencia Mario se casa con Cosette. Valjean le concede una dote de la exorbitante suma de dinero ascendente a 600 000 mil francos.
Valjean confiesa a Mario su condición de expresidiario, un baldón insoportable, que hace que poco a poco lo aleje de Cosette, quien más enamorada que “hija” se resigna a tal situación.
Por esos azares del destino Thenandier logra identificar a Valjean como siendo parte de la familia del rico afortunado suegro de Cossette, a pesar de que Valjean frecuentaba poco a la casa de Mario.
Valjean, viejo y enfermo, que adora a Cosette, se resigna a su soledad y su precaria salud empeora cada vez más. Lo único que anhela de todo corazón es ver a Cosette, aunque sea por última vez. Apenas tiene a una señora vieja y tartamuda que le atiende.
Mario vivía engañado como que Thenandier salvó de la muerte a su padre, uno de los coroneles de Napoleón, herido en Waterloo, por lo que tiene el ferviente deseo de encontrarlo para recompensar por tan heroico y humano comportamiento. No fue tal, Thenandier era el ave de rapiña que recorrió el campo de batalla, por la noche, en busca de algo de qué apoderarse y sacó de uno de los dedos del coronel Pontmercy su anillo de oro, quien le dijo su nombre y grado para que lo salvara, De lo que Thenabdier se valió para alardear que salvó la vida al padre de Mario. Pero éste, a buena hora, ya había conocido la verdad y salido de su error.
Thenandier fue a la casa de Mario para obtener dinero contándole dos grandes secretos.
Uno era que Mario y su abuelo tenían en su casa a un expresidiario. Mario le contesta que ya lo sabía.
El otro era que su suegro era un asesino y que él mismo lo vio saliendo del alcantarillado, con un muerto a cuestas para arrojarlo al Sena,
Esa noticia, tan esperada por Mario, hizo que él y Cosette fueran a toda prisa a casa de Valjean, quien pleno de felicidad por ver a Cosette antes de morir, les narra detalles de su vida no conocidos por ninguno de los dos, como el hecho de que los 600 000 francos dados a Cosette, como dote, eran honestamente ganados como industrial del negocio de azabaches modificados, duda por la que Mario no los había aún usufructuado hasta entonces.
Valjean, les pide que su cuerpo descanse en un rincón olvidado de algún pequeño cementerio con apenas una piedra sobre su tumba. Su deseo es cumplido.
Apenas su alma deja el cuerpo un Arcángel bajado del Cielo lo conduce hacia el DESCANSO ETERNO.
ADENDA: Un enfoque poético del AMOR, que aparece en el libro LOS MISERABLES:
Pero, para la mejor comprensión del poema es preciso que, aun muy sucintamente, les narre el contexto en el que sucede ese singular modo de expresar el amar.
Cosette y Mario son protagonistas secundarios de la novela. Ella es huérfana “adoptada” por Jean Valjean, el protagonista. Mario, también huérfano, es un joven de familia acomodada cuyo abuelo, recalcitrante monarquista, discrepaba abiertamente de las ideas republicanas de su nieto, quien abandona la casa del abuelo y vive casi en absoluta pobreza, formando parte de una élite de revolucionarios cuyo objetivo es destronar al rey gobernante.
La casualidad hace que Mario vea a Cosette, una preciosa jovencita, que con cierta frecuencia pasea por los Jardines de Luxemburgo acompañada por un señor ya de cierta edad, Jean Valjean, de quien Mario supone que es su padre. Mario se enamora locamente de Cosette y no pierde ocasión para verla y pasan semanas y meses en ese plan. A Cosette no se le escapa ese detalle que hace latir con mayor celeridad su noble corazón. Se convierten, pues, en enamorados platónicos.
Valjean percibe lo dicho y como quiere inmensamente a la huerfanita teme perderla, se muda de barrio y la pareja ya no aparece más en los Jardines de Luxemburgo.
De algún modo Mario descubre la nueva morada de Jean y Cosette, en cuyo jardín, una noche, deja un papel escrito sobre una banca, pisada por una piedra: de allí el título del párrafo:
UN CORAZÓN BAJO DE UNA PIEDRA
La reducción del Universo a un solo ser, la dilatación de un solo ser hasta Dios; esto es el amor.
¡Qué triste está el alma cuando está triste por el amor! ¡Qué vacío tan inmenso es la ausencia del ser que llena el mundo! ¡Oh! ¡Cuán verdadero es que el ser amado se convierta en Dios! Basta una sonrisa vislumbrada para que el alma entre en el palacio de los sueños.
Ciertos pensamientos son oraciones. Hay momentos en que cualquiera que sea la actitud del cuerpo, el alma está de rodillas. Los amantes separados engañan la ausencia con mil quimeras, que tienen, no obstante, su realidad. Se les impide verse; no pueden escribirse; pero tienen una multitud de medios misteriosos de correspondencia. Se envían el canto de los pájaros, el perfume de las flores, la risa de los niños, la luz del sol, los suspiros del viento, los rayos de las estrellas, toda la creación. ¿Y por qué no?
Todas las obras de Dios están hechas para servir al amor. El amor es una parte del alma misma, es de la misma naturaleza que ella, es una chispa divina; como ella, es incorruptible, indivisible, imperecedero. Es una partícula de fuego que está en nosotros, que es inmortal e infinita, a la cual nada puede limitar, ni amortiguar. Se la siente arder hasta en la médula de los huesos, y se la ve brillar hasta en el fondo del cielo.
¿Viene ella aún al Luxemburgo? No, señor. En esta iglesia oye misa, ¿no es verdad? No viene ya. ¿Vive todavía en esta casa? Se ha mudado. ¿Adónde ha ido a vivir? No lo ha dicho.
¡Qué cosa tan triste es no saber dónde habita su alma! Los que padecéis porque amáis, amad más aún. Morir de amor es vivir. Vi en la calle a un joven muy pobre que amaba. Llevaba un sombrero roto, una levita vieja con los codos parchados; el agua entraba a través de sus zapatos, y los astros a través de su alma."
Y así seguían sus pensamientos, página a página, para terminar, diciendo: "Si no hubiera quien amase, se apagaría el sol".
Mientras leía el cuaderno, Cosette iba cayendo poco a poco en un ensueño. Estaba escrito, pensaba, por la misma mano, pero con diversa tinta, ya negra, ya blanquecina, como cuando se acaba la tinta y se vuelve a llenar el tintero, y por consiguiente en distintos días. Era, pues, un pensamiento que se había derramado allí suspiro a suspiro, sin orden, sin elección, sin objeto, a la casualidad. Cosette no había leído nunca nada semejante.
Aquel manuscrito en que se veía más claridad que oscuridad, le causaba el mismo efecto que un santuario entreabierto. Cada una de sus misteriosas líneas resplandecía a sus ojos y le inundaba el corazón de una luz extraña. Descubría en aquellas líneas una naturaleza apasionada, ardiente, generosa, honrada; una voluntad sagrada, un inmenso dolor y una esperanza inmensa; un corazón oprimido y un éxtasis manifestado. ¿Y qué era aquel manuscrito? Una carta. Una carta sin señas, sin nombre, sin fecha, sin firma, apremiante y desinteresada. ¿Quién la había escrito? Cosette no dudó ni un minuto. Sólo un hombre. ¡El! ¡Era él quien le escribía! ¡El, que estaba allí! ¡El, que la había encontrado! Entró en la casa y se encerró en su cuarto para volver a leer el manuscrito, para aprenderlo de memoria, y para pensar. Cuando lo hubo leído, lo besó y lo guardó. Pasó todo el día sumido en una especie de aturdimiento”
Octubre, 2021
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